En el Paseo Alcalde hay zonas que ya están maltratadas, existen fugas de agua, daño en mobiliario y faltan medidas para evitar accidentes con peatones, ciclistas y automóviles
El Paseo Alcalde, promovido como uno de los hitos más importantes para el desarrollo social de Guadalajara en los últimos años, aun presenta pendientes en su infraestructura, pero también daños, a un año de haberse inaugurado.
Una de las principales demandas de comerciantes y visitantes, es mejorar la seguridad de los peatones y ciclistas. Si bien el paseo cuenta con una ciclovía, esta no está delimitada y ya han ocurrido atropellamientos, por ejemplo, en la zona entre Independencia y Juan Manuel, donde en varias ocasiones ciclistas se han estrellado contra turistas que toman fotos a la escultura de Árbol Adentro, porque invaden la zona preferencial para las bicis.

“Yo choque el otro día contra una persona que se levantó de una de las banca, me caía de la bici, no nos pasó nada, pero es ejemplo que no está bien delimitado y seguirán ocurriendo accidentes”, señaló Abril Maldonado, promotora de la movilidad sustentable.
La otra deficiencia es la falta de vigilancia de elementos de movilidad para evitar que los automotores transiten a alta velocidad por una zona donde el máximo permitido es de 30 kilómetros por hora. Al no existir banquetas, incluso niños han sido víctimas de atropellamiento en la zona.
“Los policías vigilan que no haya asaltos, pero no están cuidando que no le pisen cuando transitan por aquí, el otro día se le soltó un niño a una señora y de puro milagro no lo atropellaron. Los que más le aceleran son los de las motos y las camionetas de reparto”, mencionó Roberto Rocha, comerciantes de la zona.
SURGEN FALLAS EN EL EQUIPAMIENTO
A menos de un año en operaciones, ya han surgido múltiples desperfectos en varios tramos del Paseo Alcalde, por ejemplo, baches en el adoquín estampado, daños en bancas y muebles grafiteados, fugas de agua en las fuentes ubicadas en las esquinas e incluso, cristales rotos, como el de la exhibición subterránea que se instaló en el crucero de Prisciliano Sánchez. En este caso, al vidrio fracturado sólo le colocaron unas cintas de protección para evitar que la gente se pare sobre él.
También se reportan daños y afectación en luminarias, lo que ha convertido algunos tramos en bocas del lobo por las noches, por ejemplo a la altura de la calle Hospital o en los alrededores de los templos de San Francisco y Aranzazú.